jueves, mayo 17, 2007

Uruguay: crónica final

El pedido de Ulma para que actualizara el blog se sumó a los otros veinte pedidos que me hice mentalmente desde hace un mes por la misma cuestión.
Lo que se me ocurre y es lo que me queda pendiente desde el post "Un primer día" es terminar con la crónica uruguayense-careta-punta-del-este-vamos-a-la-playa.
En el final del otro post decía que las relaciones fueron cambiando y así fue. Este chico Martín, compañero de todo el viaje, claramente gay inside the closet, tras una charla borrachos en el cuarto y armando un porro, tomé coraje y saqué el tema de la "homosexualidad". No la recuerdo muy bien, pero si se que le aconsejé que en todo caso probara. En ese momento él me caía muy mal y mi único vínculo era a través de Fabricio. Pocos días después yo me volví a buenos aires y ellos se quedaron una semana más. En la primer reunión de reencuentro Martín me cuenta que tras esa charla lo pensó mejor y cuando yo ya había vuelto "probó"... y le gustó!
Aca en buenos aires lo empecé a ver seguido y hoy le tengo muchísimo cariño.
Me quería sacar de encima este tema. Me pesaba en la conciencia el hecho de que en el post anterior de uruguay decía lo insoportable que me caía.

Vicky y Peluca

El segundo día, tras esa noche interminable que ya narré, despierto en el hostel completamente solo. Todos desaparecieron. Desesperado llamo a los celulares. Martín, que en ese entonces me caía peor que nunca me dice que está con unos amigos en el parador de una playa. Voy. Me los presenta: Vicky y Peluca. Ella es una cheta quejosa y neurótica. Él es un machito en miniatura, tiene veintitantos, maneja su auto (un Pointer que, entre los que saben de autos -yo no pertenezco-, es lo que se dice un fierro). Cuento berevemente la anécdota de la noche pasada y se ríen sorprendidos. Un buen primer contacto. Ella no me resulta tan interesante como él. Quedamos en vernos esa noche en una fiesta exclusiva de modelos a la que accedemos gracias a Fabricio que pertenece a la agencia que la organiza.
Empilchaditos nos subimos al auto de Peluca. El viaje es largo y llegamos a una gran carpa en una residencia alejada. Nos colamos en el vip. Tomamos alcohol. Y creo que habíamos fumado porro. De pronto estoy sentado en un sillón con Peluca hablando desaforado. Vicky está con Martín por algun lado, y Fabricio jugando de local. La situación sigue y estamos en el medio de la pista, en el pico de la borrachera, vicky, peluca, martín y yo bailando sin sentir la gravedad. Me doy cuenta que estoy enamorado de esta pareja, de los dos a la vez. Y ellos de mi! Me sentí feliz. Pleno, lleno. Cada uno a su manera me enamoraba. La semana pasada hablando con Martín me contó que en esa escapada que se hizo con vicky durante la fiesta, ella le expuso preocupada el enamoramiento que sufría su novio por mí. Es genial confirmar las cosas mucho tiempo después. Lo peor es que nos habíamos conocido ese día. Nos seguimos viendo bastante el resto de los días, pero ellos eran una pareja que necesitaba privacidad y nadie los culpaba.

Graham y David

La habitación del hostel tenía nueve camas. Vivimos varios recambios de gente. Chicas y chicos. Europeas sacadas sobre todo. Y algún cordobés perdido. Los últimos días llegan dos flacos: Graham y David. El segundo es un londinense cruza entre Robbie Williams y Mark Wahlberg. Super machito y con ansias de aprender castellano, bah, las frases que le sirvieran para levantarse minas. En cambio Graham es colorado, alto, deportivo y de San francisco. El yanqui mas sensible que se puede conocer. Llevaba una remera con un atardecer, un animal pastando y la frase: everything will be okay. No hace falta decir mas. Nos conectamos mucho. Todos los días escribía en su diario virtual. Un tiempo después leí lo que había escrito sobre mi. Es genial confirmar las cosas mucho tiempo después.

La anécdota

Con esto quiero dar por terminada la crónica uruguayense.
Un par de días después del primero en el que, como ya conté, me di unos besos con una muchacha, la vuelvo a ver. No recuerdo muy bien. Estábamos en un boliche y decidimos irnos antes. Un conocido me lleva en auto hasta el hostel. Ya había amanecido si mal no recuerdo. Entramos al cuarto y hay un cordobés creo que era, durmiendo. A ella le agarra un brote psicótico. Yo la calmo diciéndole que no tenemos que hacer nada (que chamuyero que puedo llegar a ser, pienso). Mi cama era parte de una marinera, la de abajo. Antes de ir a bailar esa noche, bien preventivo, colgué unas toallas de la cama de arriba dejando la cama tapada. Nos metemos en esta carpita y nos besamos. Ella no puede parar de reparar en el pobre cordobés que pasa sus últimas horas de sueño. Nos calentamos, ella pierde los estribos y se deja un poco. Cada tanto le agarra una locura histérica y la abandona. Por un momento se olvida y consumamos. Me siento un violador; pero me doy cuenta de que es necesario. El juego que ella propone es este y lo único que hago es escucharla. Nos vestimos, yo ya desencantado con ella. No puedo creer la locura que acabé de presenciar, pero primaba un deseo que no me dejó racionalizar, demasiado. El cordobés seguro que vio todo, de hecho se habrá despertado por los gritos de ella, que ironicamente estaba paranoica pero no se privaba de gemir.
Nos vestimos y la acompaño hasta su casa. A mi no me pasa naranja. La dejo, ella forzosamente le agrega a la situación algo "romántico" que claramente no sucede. Me voy hasta la rambla para caminar hacia el hostel viendo el mar y el sol recién salido. Un perrito me acompaña. Siento que amo a ese perrito. Hace un rato me conectaba con mi propia naturaleza y ahora parece que el reino animal me acepta y me acompaña.
Una aventurita que merece la pena ser contada. Espero no haber sonado muy cruel.