Si a la ley celíaca
El viernes trece pasado se realizó una marcha -sin marchar en realidad- frente al congreso para sancionar la ley celíaca. Esta ley es muy amplia y tiene varios pilares, uno de ellos es obligar a los productores de alimentos a especificar en los envases si los productos contienen o no gluten. La celiaquía es una enfermedad que afecta las vellosidades del intestino no permitiéndole digerir el gluten de los alimentos. El trigo, la avena, la cebada y el centeno contienen gluten. O sea que los celíacos pueden todo el resto de los alimentos. La ley también propone más educación sobre el tema y análisis gratuitos ya que estos son bastante inaccesibles, y varias cosas más. Por cada diagnosticado en la argentina hay ocho que no saben que son celíacos. Nahuel Pérez Biscayart es amigo mío, es celíaco y se dedicó a la difusión de esta manifestación y allí estuve. Frente al congreso montaron un escenario y al lado una carpa. Yo llegue media hora después de empezado el evento. Ya de lejos se escuchaban las voces de una mujer y un hombre amplificados por un micrófono y bastante entusiasmados. Cuando llegué la mujer proponía gritar todos juntos: Si a la ley celíaca! Como era nuevo en el grupo no me animé. Entre la gente encontré a algunos amigos que tenemos en común con Nahuel y me mantuve con ellos. Miré dentro de la carpa y lo vi a Nahuel atareado; me dirigí a saludarlo. Cuando entré vi que en una mesa hacían stensils a remeras con la frase: Sí a la ley celíaca. Había unas mujeres con talonarios que te preguntaban si habías firmado una planilla y en el centro estaba un grupo de adolescentes posando con carteles en el pecho cada uno representando a las diferentes enfermedades que te puede causar la celiaquía cuando no esta diagnosticada. Apenas entré una de ellas me miro sonriente y cuando le devolví la mirada vi que el cartel de su pecho decía: DIARREA. No pude sostenerle la mirada mucho más y me dediqué a saludar a Nahuel. Firmé la planilla y una chica me puso una cinta azul con un alfiler en la campera. Mis amigos me contaron que antes de que llegara hubo una banda llamada “Los celíacos” que tenían letras muy graciosas relacionadas con los problemas de los celíacos en una sociedad no preparada para tal enfermedad. Mientras conversaba volví a reparar en la señora entusiasta que no dejaba de hablar por el micrófono y me pregunté qué podía estar diciendo después de una hora de discurso. Nahuel pasó por al lado nuestro y nos preguntó si habíamos visto su mochila (característica típica de él andar cargado con esa mochila enorme), le respondimos que no. En una mesa estaban dispuestos productos con gluten y al lado productos sin gluten y sus respectivos precios mostrando la gran diferencia que hay entre ellos y la difícil economía que llevan los celíacos. Una amiga mía pensó que vendían comida y le pareció muy cara. Nahuel vuelve a aparecer entre nosotros con la horrible noticia de que le habían robado la mochila. No sabemos muy bien qué decir. Un grupo de mujeres celíacas lo rodean para consolarlo pero él está lleno de furia y a medida que le hablan se va dando cuenta de las cosas que le estarían robando; cosas importantes como sus tarjetas, cédula, celular (agenda) y muchas otras cosas mas que acarrea por toda la ciudad a diario. Su vida estaba en esa mochila. Nahuel está abrumado y una celíaca le pregunta si se atreve a subir al escenario a leer un discurso con ella. Él nunca leyó el discurso y encima hay una sola copia para los dos. Leerían un párrafo cada uno intercalados, pero Nahuel está encolerizado y con la mirada ida. Finalmente acepta y ambos desaparecen. Nunca lo había visto en ese estado. Me dedico a buscar la mochila por los alrededores de la carpa pero no encuentro nada. Una celíaca que pasa por al lado mío balbucea: Pobre Nahuel. Mientras, en el escenario la celíaca que logró convencerlo empieza el discurso con su primer párrafo, le pasa el micrófono a Nahuel que habla con el volumen y la vehemencia de un político llegando al clímax de su discurso. La mujer vuelve a tomar el micrófono y se siente el contraste de intención. Le toca de nuevo a Nahuel y la violencia le brota. Yo miro a la gente que se deja arengar viendo a uno que está realmente preocupado por la sanción de la ley, aunque solo algunos pocos sabemos que mas allá de su militancia está muerto de odio por la pérdida de su mochila. Le toca leer que para los celíacos el gluten es veneno, y esta última palabra se repite varias veces por el eco de los edificios circundantes, entre ellos el congreso, y le agrega un toque de dramatismo a la situación. Nahuel, al oír este fenómeno decide repetirla y se limita a pronunciar sola y fuera de contexto la palabra veneno. Llegando al final del discurso Nahuel encontró una buena manera de canalizar su odio y su compañera toma el micrófono para agregar “Devuelvanlé la mochila a Nahuel”. Pie perfecto que aprovecha Nahuel para quitarle el micrófono y con la misma furia que tenía –o más- grita “¡¡¡Devuelvanmé la mochila o los mato!!!”. Un final perfecto para el número cómico más violento y expuesto que jamás vi.
El viernes trece pasado se realizó una marcha -sin marchar en realidad- frente al congreso para sancionar la ley celíaca. Esta ley es muy amplia y tiene varios pilares, uno de ellos es obligar a los productores de alimentos a especificar en los envases si los productos contienen o no gluten. La celiaquía es una enfermedad que afecta las vellosidades del intestino no permitiéndole digerir el gluten de los alimentos. El trigo, la avena, la cebada y el centeno contienen gluten. O sea que los celíacos pueden todo el resto de los alimentos. La ley también propone más educación sobre el tema y análisis gratuitos ya que estos son bastante inaccesibles, y varias cosas más. Por cada diagnosticado en la argentina hay ocho que no saben que son celíacos. Nahuel Pérez Biscayart es amigo mío, es celíaco y se dedicó a la difusión de esta manifestación y allí estuve. Frente al congreso montaron un escenario y al lado una carpa. Yo llegue media hora después de empezado el evento. Ya de lejos se escuchaban las voces de una mujer y un hombre amplificados por un micrófono y bastante entusiasmados. Cuando llegué la mujer proponía gritar todos juntos: Si a la ley celíaca! Como era nuevo en el grupo no me animé. Entre la gente encontré a algunos amigos que tenemos en común con Nahuel y me mantuve con ellos. Miré dentro de la carpa y lo vi a Nahuel atareado; me dirigí a saludarlo. Cuando entré vi que en una mesa hacían stensils a remeras con la frase: Sí a la ley celíaca. Había unas mujeres con talonarios que te preguntaban si habías firmado una planilla y en el centro estaba un grupo de adolescentes posando con carteles en el pecho cada uno representando a las diferentes enfermedades que te puede causar la celiaquía cuando no esta diagnosticada. Apenas entré una de ellas me miro sonriente y cuando le devolví la mirada vi que el cartel de su pecho decía: DIARREA. No pude sostenerle la mirada mucho más y me dediqué a saludar a Nahuel. Firmé la planilla y una chica me puso una cinta azul con un alfiler en la campera. Mis amigos me contaron que antes de que llegara hubo una banda llamada “Los celíacos” que tenían letras muy graciosas relacionadas con los problemas de los celíacos en una sociedad no preparada para tal enfermedad. Mientras conversaba volví a reparar en la señora entusiasta que no dejaba de hablar por el micrófono y me pregunté qué podía estar diciendo después de una hora de discurso. Nahuel pasó por al lado nuestro y nos preguntó si habíamos visto su mochila (característica típica de él andar cargado con esa mochila enorme), le respondimos que no. En una mesa estaban dispuestos productos con gluten y al lado productos sin gluten y sus respectivos precios mostrando la gran diferencia que hay entre ellos y la difícil economía que llevan los celíacos. Una amiga mía pensó que vendían comida y le pareció muy cara. Nahuel vuelve a aparecer entre nosotros con la horrible noticia de que le habían robado la mochila. No sabemos muy bien qué decir. Un grupo de mujeres celíacas lo rodean para consolarlo pero él está lleno de furia y a medida que le hablan se va dando cuenta de las cosas que le estarían robando; cosas importantes como sus tarjetas, cédula, celular (agenda) y muchas otras cosas mas que acarrea por toda la ciudad a diario. Su vida estaba en esa mochila. Nahuel está abrumado y una celíaca le pregunta si se atreve a subir al escenario a leer un discurso con ella. Él nunca leyó el discurso y encima hay una sola copia para los dos. Leerían un párrafo cada uno intercalados, pero Nahuel está encolerizado y con la mirada ida. Finalmente acepta y ambos desaparecen. Nunca lo había visto en ese estado. Me dedico a buscar la mochila por los alrededores de la carpa pero no encuentro nada. Una celíaca que pasa por al lado mío balbucea: Pobre Nahuel. Mientras, en el escenario la celíaca que logró convencerlo empieza el discurso con su primer párrafo, le pasa el micrófono a Nahuel que habla con el volumen y la vehemencia de un político llegando al clímax de su discurso. La mujer vuelve a tomar el micrófono y se siente el contraste de intención. Le toca de nuevo a Nahuel y la violencia le brota. Yo miro a la gente que se deja arengar viendo a uno que está realmente preocupado por la sanción de la ley, aunque solo algunos pocos sabemos que mas allá de su militancia está muerto de odio por la pérdida de su mochila. Le toca leer que para los celíacos el gluten es veneno, y esta última palabra se repite varias veces por el eco de los edificios circundantes, entre ellos el congreso, y le agrega un toque de dramatismo a la situación. Nahuel, al oír este fenómeno decide repetirla y se limita a pronunciar sola y fuera de contexto la palabra veneno. Llegando al final del discurso Nahuel encontró una buena manera de canalizar su odio y su compañera toma el micrófono para agregar “Devuelvanlé la mochila a Nahuel”. Pie perfecto que aprovecha Nahuel para quitarle el micrófono y con la misma furia que tenía –o más- grita “¡¡¡Devuelvanmé la mochila o los mato!!!”. Un final perfecto para el número cómico más violento y expuesto que jamás vi.
6 Comments:
piroyansky, silába tónica: a marzo
pensé que mi chiste se iba a disolver en un mar de comments... que agresivo!! perdón (^_^)U
deseo tu pene
jajajajaa me mata de risa el comment anterior
yo quisiera saber si la mochila se recupero o no, nada mas
saludos!
vic
venenOOOO
un celiaco no diagnosticado no solo no puede absorber el gluten, sino poco y nada de lo que come. es la conocida "mala-absorcion".
hola te escribo de san nicolas.. mira creo que soy celiaca..y recien ahora con 22 años estoy comenzanco a hacerme unos estudios para saberlo..vivo en san nicolas y los especialistas no son muy wenos..se esta complicando el tema de dar con el diagnostico,.. por eso te escribo porque encontre tu blog... y me parecio copado lo que montaron con nahuel esa marcha frente al congreso.. tal vez me gustaria iniciar algun movimiento asi en san nicolas de los arroyos. Porque en verdad la gente sufre por no haber informacion al respecto... tal vez si iniciaramos algo asi con nahuel y vos y me ayudan estaria bastante bueno. Desde ya muchas gracias.
Juana.
mi email es sonik_dg@hotmail.com
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