lunes, marzo 05, 2007

Perder la cabeza

En la primer sesión con mi nuevo psicólogo (la próxima es la cuarta y empiezo diván) la frase que más me quedo rebotando durante la semana siguiente fue "Tenés que controlar todo; no podés perder la cabeza". Y ese parece ser el leit motiv de los encuentros, siempre llegamos a lo mismo.
El sabado fue mi cumpleaños pero tuve un casamiento. El viernes por la noche lo festejé para los amigos y el domingo al mediodía para la familia.
Después de un almuerzo con la atención monopolizada por mi hermano mayor y mi papá, compitiendo por quién revelaba el dato mas curioso llego mi hermano del medio con su novia. Despues de las velitas y demas se retiró la mayoría dejándonos a mi mamá, mi hermano del medio con su novia y a mi, solos. La charla empezó a girar alrededor de una crítica hacia mi hermano, sobre una sordera que tiene a la hora de conversar. No es la primera vez que se lo mencionamos junto con mi cuñada. Entre los ejemplos que fueron saliendo sin querer llegué a un hecho importante que mientras lo citaba me daba cuenta lo negado que lo tenía. La situación fue la siguiente: me remonto al 2005, después de una pelea acalorada con mi papá decide echarme de mi casa. Lo primero que hago es llamar a mi hermano del medio y dirigirme a su casa. Llego y lo veo empilchadito. Su novia estaba en el baño terminándose de preparar para salir. Me sienta en una silla, cierra la puerta que comunica el living con el resto de la casa y me pregunta qué fue lo que pasó. Le cuento todo. Me ofrece quedarme en el sillón. Yo, mas necesitado de contención que nunca, le pregunto qué plan tiene. Me dice en un tono de "no te lo tomes a mal" que se va con su novia a comer afuera solos. OK, entiendo que no estoy invitado. Me angustio mas. Ella terminó de vestirse y aparece. Yo rápidamente pido el teléfono y llamo a una amiga que vivía cerca a ver si estaba disponible. Por suerte lo estaba. Mi hermano me dice que me acerca con el coche. En el auto la novia me ofrece acompañarlos a comer afuera, mi hermano hace un silencio que me da la pauta de que no tengo que aceptar tal propuesta. Me bajo con mi amiga y paso la noche con ella. Esta situación la hablé en su momento con mi mamá y con mi otro hermano, pero nunca con el que me la había hecho padecer. Ya pasaron dos años y aparece en mi cabeza. Después de contarla mi hermano no puede creer haber obrado tan mal y me pide disculpas aunque no recuerde para nada el hecho. Mi cuñada por el contrario salta para refutar mi anécdota y me recuerda su invitacion a acompañarlos al restorán. Yo afirmo su verdad y le explico lo que había sucedido antes de su propuesta. Ella niega que mi hermano pudiera haber reaccionado de manera tal. Vuelvo a explicar todo y a reafirmar mi punto en el sólo hecho de que no los acompañé en su momento y que eso es prueba suficiente de que no estuve invitado. Ella me refuta ya sin base alguna. Me estoy poniendo muy nervioso por esta persona que ya dejó de tener voz ni voto en este conflicto de hermanos. Pero sigue hablando, incluso más que mi hermano. Mi paciencia llega a tal limite que termino diciéndole que debe callarse porque no le incumbe. A esto me responde que si no puede hablar entonces se debe retirar y se levanta y toma su cartera. Yo, cuidando mi relacion con ella -solo ante y por mi hermano- le digo que puede quedarse pero en silencio como debe, manteniendo el respeto que no tiene. Ella salta con que el irrespetuoso soy yo y ahí mi furia llega a un límite que hasta yo me vi sorprendido. Empecé a gritarle como pocas veces lo hice en mi vida sin importarme lo disfónico que estaba. Era tal su modo y su falta de respeto, que mi reacción no pasó por ningún filtro y desembocó en un ataque de odio directo hacia ella que, como pocas personas, había logrado que perdiera la cabeza. Si, no fui dueño de mi. No me controlé y deje que todo saliera, como un adulto podría decir. Mi hermano me agarró y con su cara muy cerca me preguntó qué me pasaba. Se me nubló todo un poco y pedí un descanso. Pedí silencio y me lavé la cara. Volvi al campo de batalla para escuchar a mi hermano que iba a exponer su verdad. No bien dijo la primer palabra, las lágrimas comenzaron a brotarle. Y después de tres frases me tiró una que me hizo estallar a mi y lloré fuertemente con él. Él siguió hablando y yo podía escuchar los snif que provenían de mi mamá ubicada a mi lado. Una vez que terminó de hablar le respondí también lleno de llanto y mi cuñada dio su versión teñida de otros problemas personales de ella y se largo a llorar también haciendome llorar a mi por lástima. Nos "reconciliamos" y hubo abrazos.
Pasé la tarde como si hubiera vuelto a nacer. Sintiendo una suerte de placenta por la cara con todo el sistema respiratorio con resagos de agua de lágrima.
Y a pesar de todo, que lindo se siente perder la cabeza.

6 Comments:

Blogger gustavo said...

buenísimo, me encantó el post.

5:39 p. m., marzo 07, 2007  
Anonymous Anónimo said...

No dejo de leer.... me encanta este flog.

9:00 p. m., noviembre 29, 2008  
Blogger ALEJANDRO À said...

la verdad que es una droga, no puedo despegarme de la compu. Deberia editarse. Tiene mucho interes.

11:32 p. m., diciembre 02, 2008  
Anonymous Anónimo said...

llorar está buenísimo, odio cuando me dicen 'no llooooores' , SÍ! LLORO PORQUE LO NECESITO! hace bien, genial tinchi un besi =)

7:53 a. m., diciembre 16, 2009  
Anonymous Anónimo said...

ah.. y lo de perder la cabezaa...mmm a todos nos pasa y trae cosas copaaadas así que ..eso, que siga así. yo creo que tu psicólogo se refiere a determinadas situaciones. a sacarseee!



y me doy cuenta de que estoy comentando posts del ante año pasado, cualquie jaja pero buen, me surgió

7:54 a. m., diciembre 16, 2009  
Anonymous Labonius said...

Piro, el día que se te ocurra publicar un libro, te ayudo gratis (y con todo gusto); laburo como correctora.
Avisame por Twitter.

9:55 a. m., marzo 02, 2010  

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